Finalmente el relevo en la Dirección General de Asuntos Religiosos de la Generalitat de Cataluña ha llegado. Mejor tarde que nunca. Hasta el día de hoy la Comunidad Protestante se siente discriminada por buena parte de la Administración y por buena parte de los poderes fácticos del país. Ante esta situación, en su momento, se creyó oportuno y conveniente pedir al Presidente de la Generalitat, el Muy Honorable Sr. Jordi Pujol, que pusiera en marcha una Dirección General de Cultos, éste es el nombre que figura en el Acuerdo Marco firmado entre la Generalitat de Cataluña y el Consejo Evangélico, para dar apoyo a las Confesiones Religiosas y para defender la Libertad Religiosa.

Fruto de esta iniciativa es lo que hoy conocemos como Dirección General de Asuntos Religiosos.

Lo que nunca hubiera podido imaginar este Consejo es que esta Dirección General se volviera en contra de la Comunidad Protestante y del resto de Confesiones.

La verdad sea dicha es que esta Dirección General saliente sólo había de trabajar, que no es poco, para hacer realidad lo que clara y acertadamente explicaba el programa electoral de Convergència i Unió.

En lugar de seguir el camino marcado por su propio partido decidió iniciar un proceso de diálogos interminables sin orden del día, sin agenda y sin ninguna otra conclusión que no fuera volver a reunirnos para repetir la misma puesta en escena.

En lugar de dejarse aconsejar, si no se conocía el terreno, se entró pisando el huerto, sin valorar lo que se había plantado y sin escuchar el desconcierto del campesino que, casi incrédulo por lo que veían sus ojos, se preguntaba qué estaba pasando. Haciendo, en definitiva, todo lo contrario de lo que se le estaba pidiendo.

Cuando este Consejo veía cómo, después de intentarlo una y otra vez durante más de diez años, el Ministerio de Justicia de Madrid no quería legalizarlo, su Secretario General no sólo era recibido por el Presidente Jordi Pujol, sino que gracias a la actuación presidencial finalmente éramos legalizados. Frente a estos hechos el Director General saliente ponía, abierta y repetidamente, en cuestión al Consejo Evangélico de Cataluña.

Cuando todas las administraciones quieren tener un interlocutor con quien dialogar esta Dirección General despreciaba el Consejo Evangélico.

Se ha pasado del amparo que siempre habíamos tenido en la Generalitat a la discriminación.

Lo peor es que incluso se ha perdido la oportunidad de conseguir transferencias que en materia religiosa el Gobierno del Estado estaba dispuesto a hacer realidad. Unas transferencias que seguramente hemos perdido para siempre.

No podemos terminar sin hacer mención al recorte del cien por cien de que hemos sido objeto las Confesiones Religiosas por parte de esta Dirección General y del trato y la forma en que se ha realizado este proceso.

Cuán diferente es el trato que hemos recibido y recibimos del actual Comisionado para Asuntos Religiosos del Ayuntamiento de Barcelona. Abierta, sincera y honestamente nos dijo que no podrían contribuir en 2012 a la cofinanciación del Consejo Evangélico pero nos hemos sentido escuchados, valorados y reconocidos en todo momento.

Esperamos que el nuevo Director General de Asuntos Religiosos sepa recuperar la confianza perdida.

Esperamos sus iniciativas.

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